Viejas comerciantes perdidas
me vendieron ajos, chalecos
y gorros chilotes.
Almaceneras de la esperanza
trajeron una sonrisa a sus estantes vacíos.
El tiempo no pasa
en los escaparates isleños.
Busqué, entre tejuelas e iglesias,
el paso de la esperanza.
Caminé por tierra firme,
buscándote entre barcazas
y buses.
Entre campesinos, pescadores,
vaquillas y corderos.
En micros destartaladas
que recogen, en cada recodo del camino,
cajas, maletas y sueños.
No estabas.
Te busqué entre sábanas desconocidas,
en el pescado frito
y en el vino blanco.
Te busqué entre los botes
naranjas.
Me subí a una nube negra
y lloví sobre Chauquenes,
Quehui, Chaulinec y Riñinahue.
No estabas.
Y se puso a llover
detrás de mi ventana
(1994)
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