Necesito darte 365 besos.
No, mejor dos mil.
Un beso por cada día de ausencia,
por cada puesta de sol,
por todos nuestros momentos de risas y de lágrimas.
Quiero cien años bisiestos para darte 366 besos
serenos, suaves con ansias.
Quiero más eclipses de sol
para que la noche sea larga
y retenerte en mi almohada.
Y confesar nuestros cuerpos,
con mi boca en tu oído.
Somos el presente pasado
de un regreso sin partida.
Quiero verte en mi mirada,
en los cereales de la mañana,
en la vida cotidiana,
con los perros,
los gatos
y la basura de martes y jueves,
con tus deudas y mis cuentas impagas.
Quiero tus sueños en los míos,
tus besos en mi cuerpo y recuperar,
lenta y calladamente,
nuestros tiempos de ausencia.
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