Soy lo tuyo que dejaste a la vera del camino.
Soy tu pensamiento de amanecida
¿Y tú, quién eres?
Mi cigarrillo a las cinco de la mañana,
mi almohada vacía,
mis sábanas húmedas y frías.
Y nosotros
¿quiénes somos?
Los que antes fueron y que hoy
nuevamente, quieren ser.
Pero la piel se cambia,
las células se envejecen
la cara se arruga
y los pies no descansan.
Somos los mismos de ayer,
distintos a los de hoy
y del mañana.
Tal vez sólo seamos un sueño soñado
mil veces
en la soledad de una habitación oscura.
Nada cambia, todo permanece igual.
El corazón late en su sitio
y el amor y el odio,
dicen los científicos,
ocupa el mismo lugar en el cerebro.
¡Qué saben ellos, esclavos del microscopio!
Mi amor está en mi pecho, en mi estómago,
en mis manos
que te buscan inútilmente por las noches.
Leo tus cartas antiguas
“perdona si lo mío no te lo hice comprender”,
Eras una niña
pero ya hablabas como mujer.
Era un niño, pero ya te amaba como mujer.
Y no es mi cerebro el que te busca,
son mis labios, mi cuerpo,
mi corazón que dejará de latir
cuando el tuyo se detenga.
Soy la sombra de tus tardes solitarias
eres mi compañía imaginaria
en una larga tarde de domingo.
jueves, 30 de octubre de 2008
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