EN UNO DE LOS VIAJES A SANTIAGO, ESCUCHÉ QUE LA MUJER DE AL LADO CONTINUAMENTE HABLABA POR SU CELULAR. NO LE ESCUCHÉ MUY BIEN, PERO SUPUSE QUE NO ERA NADA BUENO. DE AHI SALIO ESTE MINICUENTO
EL VIAJE
No sé muy bien porque viajé. No le avisé a nadie, pero necesitaba cruzar estos 800 kilometros y enfrentarme a lo que estoy viviendo. No me basta el celular, ni el messenger, ni los mensajes de textos. Quiero verlo, necesito sentir su mirada, la que amo. Y a la que temo.
Mary, hola. Si, si, estoy en el bus. Si, que cómo, comprando un pasaje. Bromeo Mary, es que lo decidí esta tarde. Si ya sé que es una locurta pero necesitaba viajar. Tu mejor que nadie sabe esta historia, sabes que necesito enfrentarla. ¿Que si apuro el final?. Lo prefiero, ya estoy demasiado involucrada y no hay vuelta atrás. Si, estoy hablando despacio, el tipo que va sentado a mi lado me mira de reojo, me parece conocido. Bueno, uno conoce a tanta gente en la U. Pero está escuchando. Si, cuida a la Manuela, si ya sé que es grande, pero un ojo no está de más. No, no le avisé a nadie. Se van a enojar todos, especialmente ella, pero la llamo luego, quise avisarte a ti también. Ah, si quieres usa el auto, dejé la llave y los documentos con mi mamá. No sé, diles cualquier cosa, que me mandaron a Temuco a buscar unos químicos, no sé, me da lo mismo, no voy a estar dando explicaciones...
.
¿Qué voy a decirle?. Lo voy a besar, a mirarlo a los ojos. Le diré de inmediato lo que estoy sintiendo. Pero ¿para qué, si no me escucha?, para qué, si las veces que he intentado hablarle y saber más de él, de su historia, de su vida en Santiago, me mira, me besa y se me olvida. Yo sé que esa es su manera de no enfrentar las cosas, él es así, puro corazón. No voy a cambiarlo y quizás, justamente es por eso que lo amo. A veces es difícil elegir entre lo correcto y sus besos, los que en la semana ya no me da, como tampoco su abrazo de oso dormido. No puedo dejarlo, pero sé, sé que no vamos bien, que algo está pasando y que no llegaremos a cumplir ni un poquito de todo lo que hemos soñado ¿o es sólo lo que yo he soñado?
Sí mamá, no, si no voy a Santiago, esas son ideas de la Manuela. Si, ya sé que no me cree, pero que puedo hacer. Mamá, ya tengo casi 50 años y Manuel ha desaparecido para siempre. Si, que no me he divorciado tambien lo sé, y qué quieres, que me quede a vestir santos. Si mamá, él no es lo mejor. Si, el presentimiento de una madre, pero tranqui, no voy a Santiago, me mandaron del trabajo a Temuco. Yo tambien te quiero mamá. Si, me voy a cuidar ...
.
Lo conocí en la U, cuando ya había terminado su doctorado y seguía con las clases que daba en el pregrado y que le encantaban. Por el contacto con los chicos, decía. Yo manejando las pipetas y los reactivos en el laboratorio, como siempre. No se qué me llamó la atención de él. No es especialmente atractivo, pero su porte imponente, quizás un poco gordo, pero sí, su sonrisa, su sonrisa me mató. Qué digo, me hizo arder, me derrumbó, me dejó sin respiracion, sin defensas. Cuando Manuel se fue de la casa, creí que jamás volvería a amar a alguien, más bien me ordené no volver a amar. Quedé vacía, dolida, acabada. El peso del fracaso me acompañó tantos años. Si, digo bien, me acompañó. Porque él sólo con su mirada, me derritió y supe, en ese mismo instante, que era mi hombre, no sólo mi posible pareja, sino mi macho, el mejor de la manada. Y yo no le fui indiferente. “¿Me das el reactivo y las pipetas, por favor?”. No fueron muy románticas nuestras primeras palabras, pero temblaba. Qué digo, no temblaba, se me helaron las manos. “Tienes las manos heladas ¿por qué?”. “Tengo frío, es que esta ciudad es muy fría”. “Claro, pero yo después de dos años ya me acostumbré, aunque no me saco la camiseta nunca”. Si, cómo no he de saberlo, que no te sacas la camiseta, amor, si en la casa apenas eras capaz de desnudarte. Sólo si yo te la sacaba podía ver tu cuerpo inmenso, peludo, oloroso, con olor a laboratorio, a hombre, a mi macho.
Sí, sigo en lo mismo. Pero, ¿cómo no iba a llamarte, mi pequeña?, ¿ya sabías, Manuela? Chiquita, no es que no te quiera. No, no te dejo fuera de mi vida, pero no le conté a nadie del viaje. Huachi, no quiero hacerte sufrir ni que te preocupes por mí. Si, ya sé, no lo he olvidado, sé que me lo dijiste, pero no te preocupes, creo que sé lo que tengo que hacer. Hija, por favor, ya tienes 23 años y yo voy para los 50, somos maduritas como para saber lo que tenemos que hacer. Si mi amor, pero nos tenemos también a nosotros, si nos caemos, o me caigo, sé que vas a estar ahi para apoyarme. Ya, yo tambien te quiero, te llamo mañana. Si, voy a tratar de dormir...
Fue rápido. Ni siquiera lo pensamos. Esa misma tarde fuimos al café, casi no alcanzamos a terminarlo. El auto parecia irse solo a tu cabaña, sabíamos qué pasaría, pero no era un calentón rápido pero no sabía lo que era. Fue hermoso, a pesar de su porte de oso, fue inmensamente tierno como siempre. Eso me conquistó. No como Manuel, pero no es bueno esto de las comparaciones. No entraré en detalles de lo que nos pasó, sólo diré que me besó largo, húmedo, delicioso, por mucho rato, sin apuro. Yo ardía y él seguía ahí, en el living, no sé si con miedo de ir a la pieza o aumentando mi placer. Fui yo quien lo tomó, que digo, lo empujó a la cama. Y ahi, otra vez, la suavidad, el desnudo pausado, su cuerpo grande, mi gorilita, no mejor, mi osito de peluche. Su fortaleza me consumió. Y por primera vez después de tantos años, me sentí en las estrellas de un orgasmo infinito, que no quería terminar y que no podía terminar. No fue algo violento ni caliente. No, fue suave. Un dos, tres, suave. Un, dos, tres, cuatro, suave. Un, dos, tres, cuatro, cinco, suave. Y el placer del viaje infinito y la certeza de que jamás lo dejaría.
Si, a Santiago. No, no me gusta leer. Ah, por eso me parecías conocido. Si, trabajo en Agraria y, ya sé, estabas el viernes en el Aula Magna. ¿De Desarrollo Rural?, Yo fuí porque había un amigo que se graduaba de doctor. Sí, el grandote, simpático, los vi hablar. Es de Santiago y ya se fue, tenía un trabajo esperándolo, fue el mejor alumno. Claro, viste el premio que le dio la facultad. ¿Vas a ver a tus hijas a Santiago? ...
No tenía ganas de hablar. Mi vecino de asiento era simpático y aunque nunca lo hago, sus ojos me dijeron que podía hablarle de todo. Pero no, no quiero hablar, me doy vuelta y veo mi reflejo en la ventana del bus y la negrura del paisaje. No quiero pensar en él, quiero sentirlo, quiero olvidarme de todo lo que nos podría separar y centrarme en los sueños que teníamos en su cabaña y en mi casa. Tal vez soy tonta, porque siempre estoy mirando los ojos y confiando en la gente por su mirada. Me pasó con él y tuve sueños de un futuro cercano, de estar siempre juntos, de construir. No soportaría un nuevo fracaso, estaba demasiado herida para ver cómo otro amor se me va. Y te lo dije, que no había otra oportunidad para mi despues de ti. “No, no me voy a tomar los rectivos, tonto”. Es que siento, siento que depues de ti no podría volver a amar. Si, se que no soy tan vieja, pero me siento joven, pero mi amor se agota en ti, se termina en ti. No, no es presionarte, no quiero presionarlo. Sólo quiero decirle la verdad, y la verdad es que no volvería a amar, viviría sí, quiero mucho la vida y, además, está Manuela que es, cómo decirlo, no débil, pero puro corazón y escasa razón. Por eso me necesita, aunque esté grande y a punto de egresar, me necesita. Fui su madre y su padre. Manuel era así, no aparecía en meses y cuando lo hacía era puro amor con ella, soñaba con llevarla a países lejanos, le contaba cuentos de unicornios y hadas, pero nunca concretó nada. Pero, y esto es lo extraño, Manuela no sufría, con sus añitos chicos parece que entendía que Manuel era así, puros sueños. Pero estoy contenta, le entregó un corazon grande a Manuela, quizás lo único bueno que hizo en su vida. Por eso soy padre y madre, fuerte y soporte de Manuela y de la casa. Por eso soy así, fría y concreta. Pero él me volteó el mundo y ahora estoy en bus para encontrarlo y decidir qué será de mí. Mi vecino me mira como si supiera. O se asustó. Lo miro en el reflejo de la ventana y sus ojos parecen adivinar lo que siento, lo que pienso. Si, mira mis ojos...
Si, mis ojos, estuve llorando antes de viajar y ahora hago un esfuerzo tremendo por no hacerlo. Amor, que más. No voy a entrar en detalles contigo, más bien no quiero contarte, recién te conozco aunque sé quién eres. Quién no sabe de ti en la U. Eres un extraño pero eres cálido y es como si pudieras comprenderme de siempre. Claro, un amor en la cincuentena de nuestras vidas y a 800 kilometros da risa, no. Si, adivinas, es lo más grande que he tenido. No, no voy a llorar, pero se me apreta la garganta. Claro, yo también creo en esa clase de amor, esa en que se entrega todo, esa que construye la paradoja matemática espiritual, en la que el uno mas uno no es dos, sino uno. Gracias, no sé, por tu sonrisa me da fuerzas para este viaje. Lo escuchaste, no quiero que mi familia sepa del viaje ni de este fin de semana en Santiago. Puede ser, claro, un error, pero quién no comete errores al perseguir un sentimiento. Claro que siento que me quiere, que este amor es reciproco. ¿Por qué te cuento todo esto?. Es tu mirada. No, no te estoy coqueteando, estás loco. Tú me estás coqueteando. No, es broma, se nota que es tu forma de ser, te sale por los poros. Se ve que también estás enamorado, ahh. ¿No tienes dudas?, que suerte la tuya. Pero, me da risa ¿por qué te estoy contando toda mi vida si no te conozco?...
Si mi amor, creo que estoy pasando por Buin, ya llego.¿En el terminal? Ya. ¿Por que?¿ A un hotel? ¿y tu casa, porque no?
Es extraño, pero me lo explicarás al llegar. Te quiero y sé que fue una locura viajar casi sin avisarte pero ¿no ha sido toda nuestra relación una locura?. Es como hago mi trabajo, un líquido, otro líquido en una pipeta, un reactivo y ya, se fundió y ahora es uno, es otro producto, uno nuevo, tal como nosotros. Me acerco, ya voy en la entrada. Avenida Matta, Dieciocho, cruzamos la Alameda, ahí estás, con tu porte, tu poco pelo que siempre te dije que debías dejar crecer. Con tus brazos largos que te hacen parecer mi osito, que digo, mi gorilita. Con tus brazos que pronto me abrazarán y me harán olvidar todas mis dudas. Mira, estoy como una adolescente, sólo me falta traerte una tarjeta escrita, con corazones dibujados. ¿Y que crees?, claro que la traigo en la maleta y que te vas a reir y que será el pretexto para el amor, amor si, como el de Don Carlo que estrenan esta noche en el Municipal. Me encanta la ópera, esos amores truculentos, pero no me gustsn los finales, que me hacen llorar, que siempre son tristes, siempre. Pero hay algo que me alegra: los amantes siempre mueren juntos...
Qué rico tus besos, mi amor. Otro más. Abrázame. Te eché de menos y extrañaba tu olor. Si, ahora no es a leña, porque acá no puede usar calentadores a leña, ni tampoco estufa a leña para cocinar. Claro que te gustaba estar en la cocina. Si, después de quemarte las manos aprendiste a hacer fuego, cómo nos reímos mi amorcito ¿no es cierto? Pero, ¿por qué tan serio? ¿le pasó algo a los chicos?. Pero por qué sentarnos aquí, en el terminal. Tengo frío amor, vamos al hotel. ¿Decirme qué? ¿Los hijos?. Claro, sé que tienes dos y que son chicos, porque te casaste mayor. Y que viven contigo, también lo sé. ¿A qué viene todo esto?. Qué ... no lo repitas, cállate ... no quiero escucharte, me duele demasiado ... no lo creí, aunque más de alguien me lo insinuó. Sólo pienso en tí. Si que es una traición, eres un traidor. No, no me hagas caso, no es una traición, el amor no se termina. ¿Cómo puedo?, no puedo, aunque quieras, aunque me lo pidas ni siquiera lo intentaré. Porque el amor no está hecho de olvido. Cierto, los niños, podrías haberme dicho antes. No, no me importa el viaje. ¿Qué dices, que me amarás siempre?. No hagas que te crea, por favor, puedo empezar a hacerlo, puede que te crea. Pero si piensas así, debes estar con tu mujer, eso es lo que debes hacer. ¿Yo?, no te preocupes, dejaré la maleta acá, me daré una vuelta, voy a ver a una amiga, quizás vayamos al cine y me vuelvo esta noche. Gracias, no, no voy a usar el hotel. Claro que sí, me vuelvo a mi río, a mis pipetas, a mi soledad, de la cual nunca debí salir. Si, es extraño, todo lo construido y los sueños soñados se acaban en tres miserables minutos. Lo entiendo, te entiendo mi amor, pero no. Yo no voy en este juego.
Santiago de Chile, mayo de 2007
No sé muy bien porque viajé. No le avisé a nadie, pero necesitaba cruzar estos 800 kilometros y enfrentarme a lo que estoy viviendo. No me basta el celular, ni el messenger, ni los mensajes de textos. Quiero verlo, necesito sentir su mirada, la que amo. Y a la que temo.
Mary, hola. Si, si, estoy en el bus. Si, que cómo, comprando un pasaje. Bromeo Mary, es que lo decidí esta tarde. Si ya sé que es una locurta pero necesitaba viajar. Tu mejor que nadie sabe esta historia, sabes que necesito enfrentarla. ¿Que si apuro el final?. Lo prefiero, ya estoy demasiado involucrada y no hay vuelta atrás. Si, estoy hablando despacio, el tipo que va sentado a mi lado me mira de reojo, me parece conocido. Bueno, uno conoce a tanta gente en la U. Pero está escuchando. Si, cuida a la Manuela, si ya sé que es grande, pero un ojo no está de más. No, no le avisé a nadie. Se van a enojar todos, especialmente ella, pero la llamo luego, quise avisarte a ti también. Ah, si quieres usa el auto, dejé la llave y los documentos con mi mamá. No sé, diles cualquier cosa, que me mandaron a Temuco a buscar unos químicos, no sé, me da lo mismo, no voy a estar dando explicaciones...
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¿Qué voy a decirle?. Lo voy a besar, a mirarlo a los ojos. Le diré de inmediato lo que estoy sintiendo. Pero ¿para qué, si no me escucha?, para qué, si las veces que he intentado hablarle y saber más de él, de su historia, de su vida en Santiago, me mira, me besa y se me olvida. Yo sé que esa es su manera de no enfrentar las cosas, él es así, puro corazón. No voy a cambiarlo y quizás, justamente es por eso que lo amo. A veces es difícil elegir entre lo correcto y sus besos, los que en la semana ya no me da, como tampoco su abrazo de oso dormido. No puedo dejarlo, pero sé, sé que no vamos bien, que algo está pasando y que no llegaremos a cumplir ni un poquito de todo lo que hemos soñado ¿o es sólo lo que yo he soñado?
Sí mamá, no, si no voy a Santiago, esas son ideas de la Manuela. Si, ya sé que no me cree, pero que puedo hacer. Mamá, ya tengo casi 50 años y Manuel ha desaparecido para siempre. Si, que no me he divorciado tambien lo sé, y qué quieres, que me quede a vestir santos. Si mamá, él no es lo mejor. Si, el presentimiento de una madre, pero tranqui, no voy a Santiago, me mandaron del trabajo a Temuco. Yo tambien te quiero mamá. Si, me voy a cuidar ...
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Lo conocí en la U, cuando ya había terminado su doctorado y seguía con las clases que daba en el pregrado y que le encantaban. Por el contacto con los chicos, decía. Yo manejando las pipetas y los reactivos en el laboratorio, como siempre. No se qué me llamó la atención de él. No es especialmente atractivo, pero su porte imponente, quizás un poco gordo, pero sí, su sonrisa, su sonrisa me mató. Qué digo, me hizo arder, me derrumbó, me dejó sin respiracion, sin defensas. Cuando Manuel se fue de la casa, creí que jamás volvería a amar a alguien, más bien me ordené no volver a amar. Quedé vacía, dolida, acabada. El peso del fracaso me acompañó tantos años. Si, digo bien, me acompañó. Porque él sólo con su mirada, me derritió y supe, en ese mismo instante, que era mi hombre, no sólo mi posible pareja, sino mi macho, el mejor de la manada. Y yo no le fui indiferente. “¿Me das el reactivo y las pipetas, por favor?”. No fueron muy románticas nuestras primeras palabras, pero temblaba. Qué digo, no temblaba, se me helaron las manos. “Tienes las manos heladas ¿por qué?”. “Tengo frío, es que esta ciudad es muy fría”. “Claro, pero yo después de dos años ya me acostumbré, aunque no me saco la camiseta nunca”. Si, cómo no he de saberlo, que no te sacas la camiseta, amor, si en la casa apenas eras capaz de desnudarte. Sólo si yo te la sacaba podía ver tu cuerpo inmenso, peludo, oloroso, con olor a laboratorio, a hombre, a mi macho.
Sí, sigo en lo mismo. Pero, ¿cómo no iba a llamarte, mi pequeña?, ¿ya sabías, Manuela? Chiquita, no es que no te quiera. No, no te dejo fuera de mi vida, pero no le conté a nadie del viaje. Huachi, no quiero hacerte sufrir ni que te preocupes por mí. Si, ya sé, no lo he olvidado, sé que me lo dijiste, pero no te preocupes, creo que sé lo que tengo que hacer. Hija, por favor, ya tienes 23 años y yo voy para los 50, somos maduritas como para saber lo que tenemos que hacer. Si mi amor, pero nos tenemos también a nosotros, si nos caemos, o me caigo, sé que vas a estar ahi para apoyarme. Ya, yo tambien te quiero, te llamo mañana. Si, voy a tratar de dormir...
Fue rápido. Ni siquiera lo pensamos. Esa misma tarde fuimos al café, casi no alcanzamos a terminarlo. El auto parecia irse solo a tu cabaña, sabíamos qué pasaría, pero no era un calentón rápido pero no sabía lo que era. Fue hermoso, a pesar de su porte de oso, fue inmensamente tierno como siempre. Eso me conquistó. No como Manuel, pero no es bueno esto de las comparaciones. No entraré en detalles de lo que nos pasó, sólo diré que me besó largo, húmedo, delicioso, por mucho rato, sin apuro. Yo ardía y él seguía ahí, en el living, no sé si con miedo de ir a la pieza o aumentando mi placer. Fui yo quien lo tomó, que digo, lo empujó a la cama. Y ahi, otra vez, la suavidad, el desnudo pausado, su cuerpo grande, mi gorilita, no mejor, mi osito de peluche. Su fortaleza me consumió. Y por primera vez después de tantos años, me sentí en las estrellas de un orgasmo infinito, que no quería terminar y que no podía terminar. No fue algo violento ni caliente. No, fue suave. Un dos, tres, suave. Un, dos, tres, cuatro, suave. Un, dos, tres, cuatro, cinco, suave. Y el placer del viaje infinito y la certeza de que jamás lo dejaría.
Si, a Santiago. No, no me gusta leer. Ah, por eso me parecías conocido. Si, trabajo en Agraria y, ya sé, estabas el viernes en el Aula Magna. ¿De Desarrollo Rural?, Yo fuí porque había un amigo que se graduaba de doctor. Sí, el grandote, simpático, los vi hablar. Es de Santiago y ya se fue, tenía un trabajo esperándolo, fue el mejor alumno. Claro, viste el premio que le dio la facultad. ¿Vas a ver a tus hijas a Santiago? ...
No tenía ganas de hablar. Mi vecino de asiento era simpático y aunque nunca lo hago, sus ojos me dijeron que podía hablarle de todo. Pero no, no quiero hablar, me doy vuelta y veo mi reflejo en la ventana del bus y la negrura del paisaje. No quiero pensar en él, quiero sentirlo, quiero olvidarme de todo lo que nos podría separar y centrarme en los sueños que teníamos en su cabaña y en mi casa. Tal vez soy tonta, porque siempre estoy mirando los ojos y confiando en la gente por su mirada. Me pasó con él y tuve sueños de un futuro cercano, de estar siempre juntos, de construir. No soportaría un nuevo fracaso, estaba demasiado herida para ver cómo otro amor se me va. Y te lo dije, que no había otra oportunidad para mi despues de ti. “No, no me voy a tomar los rectivos, tonto”. Es que siento, siento que depues de ti no podría volver a amar. Si, se que no soy tan vieja, pero me siento joven, pero mi amor se agota en ti, se termina en ti. No, no es presionarte, no quiero presionarlo. Sólo quiero decirle la verdad, y la verdad es que no volvería a amar, viviría sí, quiero mucho la vida y, además, está Manuela que es, cómo decirlo, no débil, pero puro corazón y escasa razón. Por eso me necesita, aunque esté grande y a punto de egresar, me necesita. Fui su madre y su padre. Manuel era así, no aparecía en meses y cuando lo hacía era puro amor con ella, soñaba con llevarla a países lejanos, le contaba cuentos de unicornios y hadas, pero nunca concretó nada. Pero, y esto es lo extraño, Manuela no sufría, con sus añitos chicos parece que entendía que Manuel era así, puros sueños. Pero estoy contenta, le entregó un corazon grande a Manuela, quizás lo único bueno que hizo en su vida. Por eso soy padre y madre, fuerte y soporte de Manuela y de la casa. Por eso soy así, fría y concreta. Pero él me volteó el mundo y ahora estoy en bus para encontrarlo y decidir qué será de mí. Mi vecino me mira como si supiera. O se asustó. Lo miro en el reflejo de la ventana y sus ojos parecen adivinar lo que siento, lo que pienso. Si, mira mis ojos...
Si, mis ojos, estuve llorando antes de viajar y ahora hago un esfuerzo tremendo por no hacerlo. Amor, que más. No voy a entrar en detalles contigo, más bien no quiero contarte, recién te conozco aunque sé quién eres. Quién no sabe de ti en la U. Eres un extraño pero eres cálido y es como si pudieras comprenderme de siempre. Claro, un amor en la cincuentena de nuestras vidas y a 800 kilometros da risa, no. Si, adivinas, es lo más grande que he tenido. No, no voy a llorar, pero se me apreta la garganta. Claro, yo también creo en esa clase de amor, esa en que se entrega todo, esa que construye la paradoja matemática espiritual, en la que el uno mas uno no es dos, sino uno. Gracias, no sé, por tu sonrisa me da fuerzas para este viaje. Lo escuchaste, no quiero que mi familia sepa del viaje ni de este fin de semana en Santiago. Puede ser, claro, un error, pero quién no comete errores al perseguir un sentimiento. Claro que siento que me quiere, que este amor es reciproco. ¿Por qué te cuento todo esto?. Es tu mirada. No, no te estoy coqueteando, estás loco. Tú me estás coqueteando. No, es broma, se nota que es tu forma de ser, te sale por los poros. Se ve que también estás enamorado, ahh. ¿No tienes dudas?, que suerte la tuya. Pero, me da risa ¿por qué te estoy contando toda mi vida si no te conozco?...
Si mi amor, creo que estoy pasando por Buin, ya llego.¿En el terminal? Ya. ¿Por que?¿ A un hotel? ¿y tu casa, porque no?
Es extraño, pero me lo explicarás al llegar. Te quiero y sé que fue una locura viajar casi sin avisarte pero ¿no ha sido toda nuestra relación una locura?. Es como hago mi trabajo, un líquido, otro líquido en una pipeta, un reactivo y ya, se fundió y ahora es uno, es otro producto, uno nuevo, tal como nosotros. Me acerco, ya voy en la entrada. Avenida Matta, Dieciocho, cruzamos la Alameda, ahí estás, con tu porte, tu poco pelo que siempre te dije que debías dejar crecer. Con tus brazos largos que te hacen parecer mi osito, que digo, mi gorilita. Con tus brazos que pronto me abrazarán y me harán olvidar todas mis dudas. Mira, estoy como una adolescente, sólo me falta traerte una tarjeta escrita, con corazones dibujados. ¿Y que crees?, claro que la traigo en la maleta y que te vas a reir y que será el pretexto para el amor, amor si, como el de Don Carlo que estrenan esta noche en el Municipal. Me encanta la ópera, esos amores truculentos, pero no me gustsn los finales, que me hacen llorar, que siempre son tristes, siempre. Pero hay algo que me alegra: los amantes siempre mueren juntos...
Qué rico tus besos, mi amor. Otro más. Abrázame. Te eché de menos y extrañaba tu olor. Si, ahora no es a leña, porque acá no puede usar calentadores a leña, ni tampoco estufa a leña para cocinar. Claro que te gustaba estar en la cocina. Si, después de quemarte las manos aprendiste a hacer fuego, cómo nos reímos mi amorcito ¿no es cierto? Pero, ¿por qué tan serio? ¿le pasó algo a los chicos?. Pero por qué sentarnos aquí, en el terminal. Tengo frío amor, vamos al hotel. ¿Decirme qué? ¿Los hijos?. Claro, sé que tienes dos y que son chicos, porque te casaste mayor. Y que viven contigo, también lo sé. ¿A qué viene todo esto?. Qué ... no lo repitas, cállate ... no quiero escucharte, me duele demasiado ... no lo creí, aunque más de alguien me lo insinuó. Sólo pienso en tí. Si que es una traición, eres un traidor. No, no me hagas caso, no es una traición, el amor no se termina. ¿Cómo puedo?, no puedo, aunque quieras, aunque me lo pidas ni siquiera lo intentaré. Porque el amor no está hecho de olvido. Cierto, los niños, podrías haberme dicho antes. No, no me importa el viaje. ¿Qué dices, que me amarás siempre?. No hagas que te crea, por favor, puedo empezar a hacerlo, puede que te crea. Pero si piensas así, debes estar con tu mujer, eso es lo que debes hacer. ¿Yo?, no te preocupes, dejaré la maleta acá, me daré una vuelta, voy a ver a una amiga, quizás vayamos al cine y me vuelvo esta noche. Gracias, no, no voy a usar el hotel. Claro que sí, me vuelvo a mi río, a mis pipetas, a mi soledad, de la cual nunca debí salir. Si, es extraño, todo lo construido y los sueños soñados se acaban en tres miserables minutos. Lo entiendo, te entiendo mi amor, pero no. Yo no voy en este juego.
Santiago de Chile, mayo de 2007
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